La lluvia que no es de tu cuerpo
nada dice acerca de tu andar.
El día en que te perdí,
el día en que te olvidé,
el día en que te hallé
y la lluvia, de nuevo.
Las miradas ya no caben
en tus ojos, tan estrechos;
te encuentro y no eres tú
pero llueve y eres tú.
La mano que das, el
abrazo al que me atrevo,
todo me parece nuevo en tu piel.
¡Qué fría crueldad de estos
momentos ganados al olvido!
Que dura la hora de tu sonrisa.
Si en tus labios tan remoto,
renuncio y quedo.
Estamos juntos y la lluvia
es un eco de las épocas
que se acaban.
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