Tengo el sueño de despertar.
Una langosta se come mis ojos,
y veo todo más claro que nunca.
Cae el agua de la fuente hacia el abismo,
y la lluvia ha comenzado.
Cae como peso muerto,
y yo miro al cielo,
pero estoy ciego.
Oh langosta,
no te comas mi corazón;
con él veo lo invisible y lloro color rojo.
Cada latido: una lágrima,
que llega hasta mis pies…
Y entonces puedo caminar.
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